Periplo Ediciones

Por Leticia Pogoriles

Cuentos y recetas familiares en un bello libro

Con una equilibrada fórmula que entremezcla recuerdos, anécdotas, calidez y un recetario familiar probado a lo largo de las generaciones, la narradora Ana Pomar presenta Sobre un libro, un pan una bitácora literaria y gastronómica que sigue el ritmo de su vida, desempolva su memoria y cuenta en retazos la relación con su madre, sus abuelos, sus amores y sus hijos.

Una infancia llena de aromas, sonidos y juegos en un Hurlingham despojado de urbanidad; una madre amorosa atenta a las ganas de crecer de sus pequeños; una abuela francesa y una París por descubrir; el temor a la mamografía; la hija menor haciendo su vida familiar en Berlín; una mudanza traumática a la ciudad; las tías solteronas juntas por la vida; amigas lejanas; primos con historias y viajes por el campo son algunos de los relatos de Pomar para introducir al lector a su mosaico familiar, pero también a su recetario personal.

Autora de Sabores de la memoria publicado por primera vez en 1994 y reeditado por Periplo Ediciones en 2012, Ana Pomar (Buenos Aires, 1949) retoma la idea original de fusionar reminiscencias del paladar con vivencias porque, para ella, «los recuerdos son inagotables y, por suerte, mientras siga la vida, seguirá la cosecha», dice a Télam.

Sobre un libro, un pan es la nueva apuesta de Periplo, delicado sello especializado en gastronomí­a, arte y diseño, que a las narraciones de Pomar suma etéreas y suaves ilustraciones de Micaela Marinelli, construyendo así un libro-recetario preciso, divertido y emocionante.

«Creo que cualquiera que recuerde episodios significativos de su vida se sorprenderá de ver que la gran mayoría están relacionados con comidas o encuentros en una mesa», resalta Pomar sobre la masa madre de sus cuentos, atravesados por «los recuerdos en primera persona, cercanos y lejanos. Y una sensibilidad para recordarlos y escribirlos», como ella misma define.

La vocación de articular pequeñas historias con recetas, cuenta la autora, nació en un lugar y un momento determinado. «Todos los viernes, hace más de veinte años, nos encontrábamos varias amigas a almorzar. Hablábamos de todo lo imaginable.

De literatura, de comidas y recetas. La escritora Inés Fernández Moreno me propuso hacer un libro de cocina juntas. Esa misma tarde llegué a casa y empecé a escribir mi primera historia, al día siguiente la segunda y no paré hasta tener el libro. Creo que la idea de Inés, si bien no lo hicimos juntas, me permitió atreverme. La excusa de las recetas me abrió la puerta a estas historias», recuerda.

Es Fernández Moreno la que prologa a Pomar, «una Sherezade» como la llama, y es quien rescata que en este volumen «se funden los recuerdos, los sentimientos, las nostalgias con los aromas, los sabores y las recetas familiares. Cada nuevo sabor es un peldaño más en el camino de nuestras experiencias», escribe.

Si bien el curry de Madrás es su propia especialidad, plato al que Pomar dedicó su primera historia en «Sabores de la memoria», en esta secuela la escritora bucea en el recetario familiar más lejano y toma prestadas para cada cuento una, dos o tres platos.

Así, con el cuento como preámbulo, ella revela herencias como huevos poché, arroz con leche, torta arena, tarteletas de coco, torta de chocolinas, budín de higos, empanadas de carne de la abuela Juana, budín de zanahorias, torta de cebollas, alfajores de maicena, compota de membrillos, sopa vichyssoise, crepes de Nutella y otras exquisiteces.

«El punto de partida de cada relato es el recuerdo real. Después, inevitablemente, tengo que tejer la red para convertir ese recuerdo en materia literaria. En algún caso cambié nombres, en otros, parentescos y en uno, la nacionalidad de los personajes», dice Pomar sobre la construcción de cada capítulo.

Y sigue: «Cuando escribo quiero atrapar la imagen, la historia, la emoción. Antes de tener nietos no pensaba en la trascendencia aunque siempre tuve presente lo que decía mi padre que decía su padre: ‘escribe que algo queda’. Ahora cuando escribo pienso en mis nietos, que me van a leer, que van a tener curiosidad por conocer las historias de su familia y también ese mundo que les resultará tan lejano pero a la vez propio. Les voy a hablar a ellos cuando ya no esté».

El acto de cocinar es para ella algo innato, originario, casi ancestral. «En mi familia la comida, las reuniones e invitaciones son parte de la vida. Mi abuela cocinaba, mi madre también y yo también, mucho antes de que fuera ‘cool’ cocinar», dice. Mientras que el rastreo de recetas que comparte fue una búsqueda en el archivo personal: «son en su gran mayoría familiares, muchas de mi infancia y también incorporadas a lo largo de mi propia vida familiar adulta».

Guiada por el gusto, la inspiración y el rescate y con la certeza de que los buenos momentos «los arma uno», Pomar entrega historias chiquitas que a la vez son grandes y hasta universales. Son cuentos de su familia pero que se podrían transpolar a cualquier otra, todo sazonado con un valor agregado único, ella comparte y deja constancia por escrito aquellas recetas que viajaron en el tiempo, de generación en generación y de cocina a cocina.

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