Periplo Ediciones

Por Flor Monfort

Con el registro jugoso de lo autobiográfico, Ana Pomar vuelve al ruedo con Sobre un libro, un pan, relatos de una infancia trenzada con recetas deliciosas en clave literaria.

En tiempos donde la gastronomía se exhibe ante todo en prometedoras imágenes lisas y brillantes, llenas de filtros que las embellecen, el nuevo libro de Ana Pomar, Sobre un libro, un pan, deja las promesas de lado para asociar las recetas a hermosos relatos de infancia. Un viaje a Hurlingham de los cincuenta, cuando lxs más chicxs gastaban la suela en el barro y las abuelas hacían mate de leche en cáscara de coco: de eso se trata este libro estructurado en pequeños y efectivos textos rematados por algunas pocas recetas que bien pueden leerse con la música de las palabras que las anteceden. Porque si bien una puede intuir que a pesar de las ganas no tendrá la energía necesaria para hacer las delicias más complejas, como la torta de mazapán o la rosca de Pascua, puede tener alguna esperanza con las Reinas de limón o el Dulce del ferroviario, dos recetas asociadas a una guerra de limones entre hermanos y una odisea a Villa Tessei para comprar fruta cuando todavía era un territorio de “tambos y hombres a caballo”.

La editorial Periplo, a cargo de Eloise Alemany, vuelve a apostar a este género-hallazgo que hace de sus libros preciados objetos de donde salen aromas y sabores como pájaros. “Mi idea no es ir contra la corriente de ninguna tendencia sino seguir mi propia intuición, sin preocuparme por lo que hacen los otros. Pasa por algo más personal y esencial, por el deseo de compartir lo que me mueve, las cosas bellas. Todos buscamos algo de poesía y de magia en la vida”, dice sobre el segundo libro de esta autora que afiló su prosa hasta volverla tan esponjosa como el Croque-monsieur que ofrece y regalar pasajes de mil capas como éste: “Teníamos libertad. La libertad de correr hasta que doliera la cintura, de hacer comidas con pasto y con frutitas venenosas, de pintarnos las uñas con pétalos de malvón, de servirnos el picingallo de la planta, de robar nísperos verdes, de libar el néctar de las madreselvas, de andar en zancos para mirar sobre el ligustro los jardines de los ingleses” sin perderse en la inocencia de una narración plana, donde la infancia no está idealizada sino bajada a tierra con tiempos muertos, viejas fórmulas de crianza que angustian, como dejar a los chicos llorando hasta que se bañan en mocos o registrar esa violencia que impacta por primera vez como una piña cuando ocurre sobre la propia madre. “Se escuchaba un frenazo y salía Mamá como una tromba, como una heroína de tragedia griega con las manos mojadas en espuma, descalza, desesperada. Escuchaba las puteadas del camionero. ‘¿Qué te pasa loca de mierda?’, ‘¡Cuidá a tu hijo, yegua mal parida!’”.

“A mí me gusta leer, escribir y cocinar. Y mi primer libro, Sabores de la Memoria, empezó con la idea de escribir recetas con historias para animarme a salir al ruedo, era como que había menos exigencia si venía bifronte. Tres editoriales importantes lo quisieron publicar y eso de alguna manera marcó el destino del siguiente, que es Sobre un libro, un pan. Creo que les debo a las recetas la posibilidad de estar en una editorial como Periplo, que empezó en Argentina publicando libros de cocina muy exquisitos, como Amarillo limón el sol, Cuaderno dulce o La excusa perfecta. Creo que el próximo que ya empecé a escribir viene sólo de texto, se me acabaron las recetas”, dice Pomar. Mientras tanto quedan estas maravillas que ya legó a la historia, como los crêpes de Nutella, los huevos al chiringuete o las empanadas de carne de Abuela Juana, y la comunión “atea” donde su mamá siguió su capricho fugaz de entrar a ese mundo de medallitas y minivestidos de novia y la bendijo en reunión de amigas: “Yo te bautizo con pan y chorizo y te pongo de nombre burro petiso”. Amén.

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