Libro de Cocina Relatos Argentinos, por Eloise Alemany
BA Inspiration
Por Paula Alvarado
Dio la casualidad de que unos días después de que Eloise Alemany me contactara para presentarme su nuevo trabajo editorial, vi otro de sus libros, éste sobre diseño argentino, en Fundación PROA. Y justamente vi un tipo de paralelo entre aquel y este nuevo trabajo, algo que valoro en el trabajo periodístico, que es una curiosidad e interés nato por mostrar algo en lo que uno está interesado.
Me encanta leer o ver cosas hechas por alguien que siente profundo interés por algo. Se nota demasiado cuando un periodista, escritor o cualquier creador hace un trabajo creativo por encargo y sin ningún tipo de vínculo, y a la vez se nota mucho cuando alguien hace algo con amor y pasión.
Si bien no tengo una copia de Libro de cocina Relatos Argentinos en mis manos, siento que pertenece al último grupo. Y Eloise responde algunas de mis preguntas acerca de su obra confirmando lo que pienso.
BA INSPIRATION (BAI): ¿Cuál es tu relación con la cocina? ¿cómo se te ocurrió hacer este libro?
ELOISE ALEMANY (EA): La cocina siempre tuvo un lugar importante en mi vida. Crecí con una madre que enseña cocina francesa y en un país donde la comida es a la vez central y exquisita (Japón). Allí comenzó mi gusto por la buena comida. Recuerdo que a los 13 años empecé a experimentar con la cocina sacando libros de la biblioteca de mi escuela y probando cosas distintas, como una sopa de palta ¡que terminó en el recetario de mi mamá! Por supuesto, aprendí mucho de ella también.
El acto de cocinar y de comer en compañía de la familia y los amigos es algo que valoro mucho. La comida crea una ocasión para reunirse y eso es lindo, y me gusta que tantas personas compartan ese placer.
Trabajando en la moda por muchos años y conociendo a muchos diseñadores y artistas, me di cuenta de que la cocina es, para muchos de ellos, otro modo de expresar su creatividad. Así se me ocurrió la idea de hacer un libro que mostrara un lado más personal y creativo de la cocina dentro de ese mundo. Empecé a armarlo en Londres, donde vivía antes de mudarme a Buenos Aires, y cuando mi situación cambió adapté el concepto para poder realizarlo acá. Empecé de nuevo, y de a poco mi proyecto se fue transformando en una celebración de la cultura argentina y de su gente, además de la cocina.
“Trabajando en la moda por muchos años me di cuenta de que para muchos diseñadores y artistas, la cocina es otro modo de expresar su creatividad”.
BAI: ¿Cómo elegiste a las personas que están incluidas? ¿cuál fue la consigna al contactarlos?
EA: El libro se fue armando de una manera muy orgánica. Empecé con una lista de ‘ocasiones’ y perfiles de gente que quería incluir (por ejemplo: un picnic, un té, un asado, una comida en el Tigre, una cena de machos, una abuela judía, una especialista de tortas decoradas, un tallador de frutas). Al final no fue posible incluirlos a todos en este libro, pero los guardaré para el próximo. También empecé a hablar con amigos que cocinan muy bien y que conocen a otros que les parecían interesantes para el proyecto. Así se fue compilando una lista de cocineros: de boca a boca y por recomendaciones de uno y otro.
Mi intención era armar un libro de cocina bien diferente y con un énfasis en la fotografía. Y, de hecho, veo el producto final más como un libro de fotografía que como un recetario. El concepto central era incluir a personas que cocinan muy bien pero que no se dedican a eso, mezclándolas con profesionales que trabajan de una manera distinta a los chefs de hoteles y restaurantes. Quería lograr una mezcla de perfiles, de edades, de comidas y de situaciones. Tengo que agradecer a todos los participantes que confiaron en mí, me abrieron las puertas de sus casas y compartieron sus saberes y su tiempo para que yo pueda realizar este libro.
Con cada cocinero nos encontramos una primera vez para hablar de su relación con la comida y el tipo de comida que le gusta preparar. En base a eso definimos cuál seria su menú o receta. También traté de que las tomas de fotografía fueran lo mas ‘reales’ posible, para no quedarme con una serie de ocasiones ficticias. Así participé en la vida de cada uno de una manera mucho más natural, y eso fue muy lindo.
Elegí trabajar con fotógrafos de arte (Andrés Lehmann, Alina Schwarcz, Guillermo Ueno y Ana Armendariz) y no fotógrafos que se dedican a la gastronomía. Me interesaba capturar el ambiente de la ocasión y los detalles aleatorios del ritual más que los platos terminados en sí. Me divertía más mirar (y mostrar) las cosas de esa manera (insinuándolas) y darle lugar a la imaginación.
“Mi intención era armar un libro de cocina bien diferente y con énfasis en la fotografía. Quería lograr una mezcla de perfiles, de edades, de comidas y de situaciones. Capturar el ambiente de la ocasión y los detalles aleatorios del ritual más que los platos terminados. Me divertía más mirar (y mostrar) las cosas de esa manera (insinuándolas) y darle lugar a la imaginación”.
BAI: ¿Qué aprendiste realizando el libro?
EA: El proceso de investigación y toda la etapa de producción de mi libro fue como un ‘rito de pasaje’ que me permitió acercarme al mundo de la gastronomía de una manera mucho más inmediata.
Conocí a muchas personas que me inspiraron en su manera de relacionarse con la cocina, y a otras con quien terminé compartiendo otro sueño mío: el de organizar eventos ‘pop-up’ gastronómicos: en el medio de la producción empecé con una de las cocineras que conocí para mi libro, Mariana Ciarlotti, a armar cenas itinerantes que llamamos las Noches Grimod. Fue una experiencia increíble.
De algún modo pienso que el libro sirvió como plataforma para acercarme a la cocina. Elsa Manelphe, otra cocinera en el libro, participó en uno de nuestros eventos. También empecé a tomar clases de cocina con Marcia Krygier, a quien conocí también en la producción. Todavía me parece increíble haber llegado a terminar un libro que empezó como un sueño hace muchos años. Es verdad que todo tiene su tiempo y que todo lleva al próximo sueño.